Cultivos limpios: en los cuales no se han empleado abonos inorgánicos, herbicidas ni pesticidas.
Cultivos seleccionados y controlados.
Recolecciones silvestres controladas: plantas recolectadas en el momento de mayor riqueza de sus principios activos, se seleccionan cuidadosamente sus partes, se secan y procesan conforme a los más rigurosos estándares de calidad para garantizar su máxima eficacia.